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07 octubre 2010

NÁUFRAGOS


"Buenos amigos" de miguel abad

Acaba de hacerme llegar el perseverante Aloysius unas reflexiones escuchadas en alguna de las cafeterías que frecuenta para matar el tiempo. Él las incluye dentro de la hipocresía estatal, y la verdad es que no pretenden ir contra nada ni nadie, solamente llamar la atención del lector.

Un parroquiano removía el café afirmando no entender cómo las autoridades sanitarias colocan en las cajetillas de tabaco un escueto aviso sobre los peligros del fumar mientras los ministerios de economía siguen haciendo caja con los impuestos recaudados por la venta del tabaco. Es una situación kafkiana, semejante a la expulsión del terreno de juego del pobre futbolista agredido por el presidente boliviano. Oiga, compañero Evo Morales, menos pijchar y más deportividad…


Dicen los fumadores, y quizás tengan razón, que etiquetas semejantes también deberían ser obligatorias en las bebidas alcohólicas o en los tubos de escape de los automóviles, que también contribuyen, y mucho, a la contaminación del aire que respiramos.

La impresión que algunos tenemos es que nos quedamos cortos en la prevención de las enfermedades causadas por el hábito tabáquico, porque aquellos que quieren dejar de fumar cuentan con un apoyo escaso por parte del sistema sanitario público. Faltan unidades de deshabituación específicas, los fármacos no cuentan con la subvención del sistema sanitario y a los benditos médicos de familia sólo nos queda eso que ahora los modernos llaman counselling, el asesoramiento profesional ante una demanda que al usuario (antes paciente) le resulta de difícil solución.

Otros náufragos en el océano de la incertidumbre son los obesos. Cada día que pasa sufren más fuego graneado para que pierdan peso, pero una vez más los recursos disponibles en el sistema sanitario público son limitados. Muchos reciben en nuestras consultas dietas hipocalóricas estandarizadas y sucintas recomendaciones para que incrementen su actividad física, sin tener en cuenta sus gustos gastronómicos, sus posibilidades económicas, sus limitaciones físicas, su edad, su herencia (esos dichosos genes ahorradores) o su accesibilidad a la práctica deportiva monitorizada y gratuita. Por ello proliferan tanto todo tipo de dietas cuestionables y exóticas en los medios de información, y se forran los sacamantecas y los gurús que prometen derretir grasas incluso desde la comodidad del sofá.

Si en las consultas de atención primaria se dispusiera del tiempo adecuado, la batalla contra los hábitos no saludables podría comenzar a ganarse, por supuesto a largo plazo, promocionando la salud y ahorrando mucha pasta en recursos sanitarios. ¿A alguien le interesa?

La industria farmacéutica mundial investiga actualmente varios centenares de moléculas destinadas al tratamiento de la obesidad. ¿Qué se curará antes, el cáncer o la gordura? Se admiten apuestas.


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