Entre otras muchas cualidades,
Badalona es famosa por albergar la sede del prestigioso Club Joventut de Baloncesto,
más familiarmente conocido como La Penya, y las centenarias destilerías de Anís
del Mono. Respecto a esta segunda circunstancia, los partidarios y los
detractores de una peculiar teoría se reparten más o menos al 50%.
Si ustedes observan con
detenimiento la etiqueta de esta bebida podrán observar un primate con una
particular fisonomía humanoide, los unos sostienen que para ridiculizar la teoría
de la evolución de Charles Darwin, los otros, al contrario, que para ensalzarla
pues el dibujo del mono en cuestión sostiene en sus manos un pergamino que reza
“es el mejor; la ciencia lo dijo y yo no miento”. Sea como fuere, es verdad que
el primate tiene un rostro en el que podrían adivinarse los rasgos del autor de
“El Origen de las especies”.
En el siglo XIX dio comienzo un
debate (que todavía continúa) entre los creacionistas defensores del origen
divino de la especie humano, y los evolucionistas, día a día recopilando pruebas
que demuestren la relación parental entre simios y humanos. A su favor cuentan
que en los últimos años la genética ha aportado evidencias definitivas que
algunos estudiosos del pasado ya intuyeron a partir de la mera observación de los
fósiles y los esqueletos de los primates.
El paradójico Aloysius me acaba
de remitir una información referente a las últimas publicaciones que han visto
la luz en la página web de la “Fundación para la Razón y la Ciencia”, promovida
por el científico Richard Dawkins, donde se explica cómo las comunidades de Homo
erectus subsistieron en su época tal y como lo hacen en la actualidad los
babuinos (papio hamadryas), en un trabajo firmado por Larissa Swedell y Thomas
Plummer, del Queens College de la Universidad de Nueva York. Parece ser que la
influencia del medio ambiente resultó transcendental, pues en ambos casos estas
especies tuvieron que adaptarse a unas condiciones de extrema sequía.
Los babuinos sagrados egipcios
ocupan en la actualidad un territorio que se extiende desde el Cuerno de África
hasta la Península Arábiga. Organizan sus existencia en cuatros grupos o
estratos. La tropa está formada por un centenar de ejemplares que de noche
duermen juntos como guardia disuasoria ante los depredadores, y durante el día
se dividen en grupos más reducidos, tratando de acceder al escaso forraje en
aquellos pagos. El grupo más pequeño está formado por un macho adulto o por
varias hembras al cuidado de sus crías. Estas unidades familiares suelen
asociarse en clanes con estrechos vínculos familiares. Finalmente, varios
clanes se reúnen en una banda que comparte un territorio común. ¿Les suena a
ustedes algo de todo esto?
Los cambios climáticos ocurridos
hace millones de años, en plena etapa evolutiva del Homo erectus, favorecieron
la aparición de grupos aislados que durante el día se procuraban el sustento, y
de otros grupos mayoritarios, encargados de la defensa y la seguridad
nocturnas. En los grupos limitados, a cambio de la protección, los machos
obtuvieron una posición predominante para asegurar la perpetuación de la
especie. A su vez, las hembras mayores, ineficaces para la reproducción,
desempeñaron un papel primordial en la vigilancia de las crías.
La ciencia lo dice… y yo no miento.