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14 enero 2013

DE FORMAS Y COLORES



Sostiene Aloysius que Hipócrates fue el primer médico combativo contra la superchería. Practicaba una medicina en cierto modo pasiva, valorando especialmente el poder curativo de la naturaleza. Por eso, si viviera en la actualidad, defendería la máxima de que los pacientes se curan a pesar de los médicos. El valor de su doctrina se centraba más en el cuidado del paciente y en su pronóstico que en el diagnóstico de la propia enfermedad, teoría defendida por la otra gran escuela médica griega clásica, la de Cnido.

A Hipócrates se atribuye la recomendación primum non nocere, lo primero es no hacer daño. Y si había que hacerlo, entonces el médico mejor se cruzaba de brazos y se quedaba quietecito... 

El Dr. Rafael Bravo, médico de atención primaria que trabaja en Getafe, ha elegido la famosa locución para titular su blog. Muchos médicos escriben en la red, algunos lo hacen francamente bien, como divertimento y como divulgación. Visito con frecuencia su excepcional bitácora. El otro día reflexionaba sobre un hecho aparentemente trivial: el color y la forma de los medicamentos influye en el cumplimiento terapéutico, una circunstancia con la que los médicos de familia toreamos cada día, varias veces, en las consultas. Algunos pacientes, cuando son interrogados sobre el tratamiento que siguen, suelen contestar que toman unas píldoras blancas, pequeñitas y redondas, que les van estupendamente, o que le sientan fatal en el estómago, según cuál sea su experiencia. En otras ocasiones, cuando no recuerdan el nombre de un medicamento, describen con todo lujo de detalles las características de la caja. Y unos comprimidos alcanzaron la fama entre los pacientes varones por su particular color azul y su forma ligeramente romboidal.

Retornando al blog del Dr. Bravo, allí se hace eco de un artículo publicado en la prestigiosa Annals of Internal Medicine sobre el incumplimiento del tratamiento antiepiléptico por parte de pacientes a los que se les cambió el color y la forma habituales de sus pastillas. Una lectura crítica del mismo nos indica que determinadas medidas tomadas por las autoridades sanitarias respecto a los medicamentos genéricos, más baratos y con el mismo principio activo que ciertas marcas comerciales, pudieran volverse en su contra, pues ante el buscado ahorro farmacéutico, y sin duda alguna constatado y verificado, se contrapone el indeseado incumplimiento terapéutico. ¿Qué hacer entonces? Los hipocráticos parecían tenerlo mucho más claro.

A finales del 2010, la revista International Journal of Biotechnology publicó un estudio realizado en la Universidad de Bombay revelando que el color de los medicamentos, per se, influye en el efecto percibido por los pacientes. Los preferidos fueron el rojo y el rosa, éste asociado además al sabor dulce, mientras que el color amarillo era rechazado por evocar sabores salados o amargos. Cuando alguien dice que una medicina le ha ido bien o mal, pienso en quién, cómo y dónde se la recetaron, en la confianza que tenía en el que se la recetó, en el dichoso efecto placebo, y ahora, además, en la forma y el color de las dichosas pastillas… Y, por supuesto, en el precio de las mismas. Al fin y al cabo, también son el color del dinero.

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