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21 junio 2013

COLESTEROL MALO




Sostiene el dicotómico Aloysius que existe dos tipos de prójimos: los que van al médico y los que no. Dentro de los primeros, establece una clara y sencilla división: los que hacen caso de la indicaciones facultativas y los que no. Dentro de los pacientes obedientes, también diferencia otros dos subtipos: los que regularmente toman sus medicinas y los que no. 

Al final, resume todas estas dualidades en usuarios del sistema sanitario que necesitan fármacos o no… Pero ¿qué hacemos con aquellos que no necesitando medicamentos deciden tomarlos? ¿Es lo mismo que un sujeto sano ingiera píldoras con aportes adicionales de vitaminas, que un culturista consuma anabolizantes, que un deportista se dope, que se le administren hormonas a mujeres sanas para retrasar su proceso natural de menopausia, que un varón demande el uso lúdico de esas populares pastillas que todo el mundo conoce contra la disfunción eréctil, o que una mujer, rebosante de salud pero en edad fértil, necesite la prescripción de píldoras anticonceptivas? ¿Resultaría ético negarle asistencia médica a un diabético que hace caso omiso de las recomendaciones terapéuticas y ni siquiera respeta la dieta? ¿Resultaría aceptable no prescribirle a un paciente bronquítico crónico los inhaladores que necesita para poder seguir respirando malamente porque no le da la gana (o no es capaz) de dejar de fumar cigarrillos? ¿Y si a un prójimo o prójima le vedamos el tratamiento para curarse, por ejemplo, unas purgaciones (u otras enfermedades más graves de transmisión sexual) porque mantiene contactos carnales de riesgo sin la debida protección de los preservativos? ¿Son los drogodependientes y los alcohólicos pacientes o enfermos, o debemos considerarlos, como en el siglo XIX, unos viciosos que sólo viven para mantenerse en un estado constante de ebriedad? 

Todas estas cuestiones forman parte del eterno debate sobre fármacos y necesidad. Un ejemplo. A propósito del TDAH (Trastorno por déficit de atención con hiperactividad) se ha suscitado una polémica muy reciente. Parece ser que el Dr. León Eisenberg, el psiquiatra que descubrió esta controvertida patología, confesó 7 meses antes de fallecer que se trataba de una enfermedad ficticia. Sin embargo, el Dr. Rojas Marcos, prestigioso investigador y Profesor de Psiquiatría de la Universidad de Nueva York, ex - presidente ejecutivo del Sistema de Salud y Hospitales Públicos neoyorkinos, ha solicitado a la Organización Mundial de la Salud (OMS) la declaración del Día Anual de Sensibilización sobre el TDAH, mucho más prevalente en los Estados Unidos que en Europa. 

Para rematar esta controversia, el otro día escuché decir a un experto que los niveles idóneos de LDL-C, el colesterol malo, el responsable de infinidad de muertes por patología cardiovascular, deberían aproximarse a los que tenemos durante los primeros años de nuestra vida. Existiendo hoy potentes fármacos capaces de reducir en nuestra sangre los niveles del colesterol pernicioso, me pregunta el contumaz Aloysius si, aun estando completamente “sanos”, ¿deberíamos tomar estos medicamentos para conseguir niveles de LDL-C por debajo de los 70 mg/dL para prevenir el desarrollo de futuros infartos de miocardio o ictus cerebrales?

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