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18 julio 2014

EL COLOR DEL TABACO


Mira que me gusta Paul Newman, una estrella de Hollywood de lo más versátil en la gran pantalla. Después de una trayectoria ejemplar repleta de geniales interpretaciones, casi en el ocaso de su carrera recibió un preciado galardón de la Academia cinematográfica norteamericana, el Óscar al mejor actor por su intervención en una película flojita, en mi modesta opinión, “El color del dinero” (Martin Scorsese, 1986), donde encarnaba a Eddie Felson, un veterano campeón de billar encargado de promocionar a un prometedor novato, Vincent Lauria, alias Tom Cruise. Sin lugar a dudas, me quedo con el mismo protagonista y el mismo actor principal de “El buscavidas” (Robert Rossen, 1961), aunque el Gordo de Minnessota todavía no hubiera pasado a mejor vida.

Reclama Aloysius mi atención para que no me extravíe entre los meandros que conforman el cine y la medicina, para que me centre en las reflexiones de hoy. Para la industria tabaquera, un gigante de la economía mundial, el color del tabaco es semejante al color del dinero. Mientras los costes globales originados por la atención sanitaria de los problemas derivados del consumo de cigarrillos no supere a sus beneficios económicos industriales, tendremos humo de tabaco para rato. No lo duden. 

En estos días he repasado los resultados de un interesante estudio que también relaciona color con tabaco. Me estoy refiriendo a un trabajo publicado en agosto de 2013, hace casi un año, por el equipo de investigadores encabezado por el profesor Freddy Sitas, sobre las diferencias encontradas en la mortalidad atribuida al tabaco entre la población de Sudáfrica. Las causas de 481640 defunciones fueron evaluadas en un estudio caso-control, con prójimos comprendidos entre los 35 y los 74 años, considerando el color de su piel: mulatos, blancos y negros sudafricanos.

En reiteradas ocasiones, diversas y prestigiosas voces se han alzado en las últimas décadas respecto a la interpretación de ciertos estudios médicos epidemiológicos, preferentemente centrados en el mundo occidental, con poblaciones donde predominaba el sexo masculino, mientras las mismas patologías analizadas, como por ejemplo cáncer, diabetes o hipertensión arterial, dejaban a un lado países emergentes o poco desarrollados, así como el porcentaje de mujeres. Podría parecer que se investigan determinadas enfermedades en aquellos lugares en donde los paciente pueden costearse sus tratamientos. De ahí el interés del estudio de Sitas y colaboradores.


En la República Sudafricana, el 80% de la población se considera así misma de raza negra. El 9% son blancos, otro 9% mulatos y el 2% es de origen asiático, con antecesores procedentes principalmente del subcontinente indio. Las tasas de mortalidad nacionales fueron especialmente más altas entre los ciudadanos de color que en la población blanca, de origen europeo. Consecuentemente, los peligros de fumar en la población de color fue más del doble que entre los blancos. 

Y aunque el Capitán América parece ser que ahora dejará de ser rubio para ser afroamericano, todavía nadie ha contestado a aquella crucial pregunta sobre el color de la piel de Dios.

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