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25 abril 2017

SARAMPIÓN


El fallecimiento de una joven de 17 años en el hospital Dona Estefanía de Lisboa, el primero por sarampión en décadas, hizo disparar todas las alarmas sanitarias en nuestro país vecino. Al parecer la chica no estaba vacunada contra la enfermedad, como tampoco el bebé de 13 meses que la contagió. La familia de la fallecida entendió que el padecimiento de una psoriasis contraindicaba dicha inmunización y prefirió optar por tratamientos homeopáticos. Como era de esperar, este tipo de terapia resultó inútil y las graves complicaciones respiratorias de la infección terminaron con su vida.

Al enterarme de este caso se me vino a la memoria otro desafortunado caso, el del niño de Olot de apenas 6 años que murió en el Hospital Vall d´Hebron de Barcelona a causa de un cuadro de difteria. Tampoco estaba vacunado, en este caso porque sus padres habían rechazado esta crucial medida preventiva.

Ambos son casos puntuales, meramente anecdóticos si no fuera porque han ocurrido en pleno siglo XXI, y porque además eran perfectamente evitables. En el primero de ellos, el padecimiento de psoriasis no representa una contraindicación para la vacuna del sarampión, excepto si el paciente está siendo tratado con medicamentos inmunosupresores. Además, los expertos opinan que a la temprana edad en que se administra esta vacuna (entre los 12 y 15 meses) no se diagnostican casos de psoriasis con suficiente entidad clínica. La vacuna contra el sarampión forma parte de la conocida “triple vírica”, aplicándose conjuntamente contra las paperas y la rubeola. Los movimientos antivacunas, más arraigados fuera de nuestras fronteras, promueven irresponsablemente la no vacunación de los niños, algunos todavía creyentes y defensores de las peregrinas teorías del Doctor Andrew Wakefield que relacionaban a las vacunas con el autismo.

En Galicia, según datos de la propia Consellería de Sanidade, la cobertura de la primera dosis de la triple vírica alcanza el 97.8% de los niños, superando a la media española situada en el 96.14%. Sin embargo, respecto a la dosis de refuerzo administrada a los 3 años, su cobertura desciende al 92.3%. Habrá que investigar por qué.

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La familia de la joven portuguesa prefirió la homeopatía, una terapia criticada por amplios y variados estamentos científicos y profesionales, que incluso ha provocado que la Universidad de Barcelona hay suspendido el master que allí venía impartiendo alegando “falta de evidencia científica”, en un país como España en la que nunca se ha reglamentado ni la formación ni la práctica de la homeopatía. Frente a estos planteamientos se acumulan los inapelables datos a favor de los beneficios personales y sociales de las vacunas. Insistimos una vez más que plagas devastadoras que diezmaban las poblaciones infantiles en el pasado han sido controladas gracias a las campañas de vacunación generalizadas, coronando los esfuerzos de muchos investigadores que dedicaron toda su vida a la prevención y el tratamiento de estas enfermedades infecciosas. Y me acuerdo especialmente de Jonas Salk y de su victoriosa cruzada contra la polio, todo un ejemplo a seguir.

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