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15 mayo 2017

OVEJAS Y ÚTEROS ARTIFICIALES


El 5 de julio de 1996, en el Instituto Roslin de Edimburgo (Escocia) nació el primer mamífero clonado a partir de una célula humana adulta. Superadas ya dos décadas, la especie y el nombre de aquel animal forman ya parte de nuestro acervo colectivo: la oveja Dolly. Muy cerca de allí, en la propia Universidad de Edimburgo, trabaja Colin Duncan como catedrático de Medicina Reproductiva. Hablando de tan populares rumiantes, el Doctor Duncan recuerda que el tratamiento con esteroides en las embarazadas con riesgo de tener hijos prematuros se descubrió investigando con ovejas. Y con corderos prematuros, un equivalente a los fetos humanos en su semana 23ª de desarrollo, ha estado trabajando el equipo del Doctor Alan W. Flake del Hospital Pediátrico de Filadelfia (Estados Unidos), capaces de diseñar un ingenioso sistema equivalente a un útero artificial y que podría incrementar la supervivencia de los pequeños humanos que vienen al mundo con una prematuridad extrema.

Los resultados de estas investigaciones ya han sido publicados, avalan que mediante estos dispositivos las ovejas completaron su desarrollo hasta alcanzar existosos embarazos a término de manera artificial. El objetivo de estos estudios sería conseguir que niños prematuros nacidos entre las 22-23 semanas, de tan solo 600 gramos de peso, con una mortalidad del 50% y con grandes probabilidades de padecer severas complicaciones en el futuro, puedan completar su desarrollo dentro de estos úteros artificiales por lo menos hasta la semana 28ª, cuando el riesgo crítico de supervivencia hubiera sido rebasado.

El ingenioso sistema del Doctor Flake suministra la sangre al feto ovino mediante un cordón umbilical sintético que faculta al corazón del animal la regeneración de su propio circuito sanguíneo para obtener los nutrientes necesarios. Por otra parte, no existe ningún sistema de ventilación artificial, como en el caso de las incubadoras más avanzadas, sino que el embrión permanece sumergido en un líquido amniótico de laboratorio que permite a sus pulmones realizar el intercambio de oxígeno y dióxido de carbono, garantizando de esta manera una correcta maduración de estos órganos, mucho más parecida a lo que en realidad ocurre en el interior del útero materno. 

Diversos especialistas se han mostrado escépticos con semejantes investigaciones, entre ellos el propio Doctor Colin Duncan, pues entienden que todavía harán falta varios años y mayores avances técnicos antes de que estos úteros artificiales puedan demostrar su utilidad práctica. Sin embargo, si repasamos la reciente historia de la medicina, intervenciones hoy en día habituales en nuestros hospitales, como por ejemplo los trasplantes de órganos, hace apenas medio siglo eran cuestiones limítrofes a la ciencia ficción. De momento toca esperar un poco más y continuar contando borreguitos.

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