CREA, INVENTA, IMAGINA... ¡NO COPIES!

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08 enero 2008

PARO


Como decía la famosa canción de Radio Futura, el futuro ya está aquí. De repente, como centellas han pasado a formar parte del remoto pasado aquellas innovadoras ideas que el acidulado escritor Philip K. Dick apuntaba en su novela “Sueñan los androides con ovejas eléctricas”. Ridley Scott se basó en una adaptación de ella a la hora de realizar su mítico film de culto “Blade Runner”. En la novela original, el prestigio social entre los humanos se alcanzaba mediante la posesión de una mascota viva, un animal natural, un ser inédito contrapuesto a los robots artificiales suplantadores de las mal llamadas bestias.

Por haber sido un buen chapón, los Reyes Magos me han traído un libro muy sugestivo. Se titula “Entre lobos y autómatas” y lo firma el profesor Víctor Gómez Pin, que además es catedrático y enseña Gnoseología e Introducción al Pensamiento Matemático en la Universidad Autónoma de Barcelona. Se lo recomiendo a todos los apasionados por la filosofía de la ciencia. Si se pudiera resumir en un corto espacio tan denso ensayo diría que muchos científicos - seres humanos actuales emplean ingentes recursos en el desarrollo de la inteligencia artificial, olvidándose un tanto de cultivar la propia naturaleza humana, si es que ésta existe o existió alguna vez (Steven Pinker me perdone). A la vez, escudándose en la defensa a ultranza de los derechos de los animales (algo en lo que también coincido con Peter Singer), construyen una nueva antropología basada exclusivamente en la coincidencia genética entre el hombre y los primates, o el hombre y la mosca del vinagre, por poner otro ejemplo.

Anda muy intrigado el taimado Aloysius por saber a dónde quiero llegar. Imagínense una sociedad tan inteligentemente desarrollada donde los robots y las máquinas (incluso aquellas que no tengan una base física, sino virtual) sean adorados como el becerro de oro, mientras que sus creadores humanos se muestran insensibles con el dolor, la muerte y la desaparición de sus semejantes menos “evolucionados”. Fantaseen sin complejos con un mundo donde cada día se extingan decenas de especies animales, se esquilmen los mares y océanos y se arrasen millones de hectáreas de bosques, mientras los dioses de la informática fabrican mascotas tan reales que nadie puede ser capaz de diferenciarlas de sus “copias” reales.

El futuro ya está aquí. En los hielos de Canadá, puntualmente cada año al llegar la primavera, cientos de miles de focas menores de 1 año son masacradas para goce y disfrute de aquellos que consumen su piel, su grasa o sus penes. En la mitad de las ocasiones, los golpes que les propinan los cazadores no las matan, tan sólo las aturden y así son despellejadas vivas. Otro tanto podríamos decir de las matanzas de ballenas, delfines, mapaches, nutrias…; en Japón, a la vez que masacran cetáceos, han creado a “Paro”, un precioso y entrañable robot en forma de cría de foca arpa. Pesa casi tres kilos, está recubierto de piel artificial y emite los sonidos naturales del propio animal. Sus bondades terapéuticas constituyen un record en el Libro Guinness, pues ayuda a combatir el estrés y la depresión. La empresa fabricante lo recomienda para el cuidado de los ancianos. Cada ejemplar sólo vale 3000 dólares. Curar a un niño de la mortal enfermedad de Chagas cuesta 60 euros anuales. Un mundo feliz.

1 comentario:

aloysius dijo...

ROBOTS Y ZOOLOGÍA SOCIAL.

Algo así dijo Julio Miravalls en "El Mundo" (14 de enero de 2008): si una sociedad abraza el estilo de vida occidental (hijos escasos, longevidad, jubilación temprana...) la pirámide de población soportará el sistema productivo a base de la compensación con una población inmigrante joven, que mantendrá su propio estilo de vida sin necesidad de integrarse.

Sin embargo, los japoneses (20% de su población actual mayor de 65 años) buscan su particular solución dem ográfica en la robótica... una legión de robots que asuman funciones productivas y protésicas.