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12 marzo 2009

COCIDOS SIDERALES


"Cerdos" de naiarais, en Flickr TM

Sostiene Aloysius que su animal totémico y favorito es el cerdo. Múltiples razones esgrime para esta preferencia. Desde la inteligencia plástica del animal, varias veces exaltada en el cine (“Babe, el cerdito valiente”) y en la literatura (“O porco de pé”, “Rebelión en la granja”, “Los tres cerditos”), hasta su docilidad, pues hay muchos prójimos que lo han tenido como mascota (incluyendo al deseado George Clooney), pasando por los valiosos servicios prestados a la raza humana (xenotrasplantes de órganos).

Insiste mi atribulado amigo que nosotros, desagradecidos, en pago a sus desvelos, los criamos en granjas con la única finalidad de satisfacer nuestro desbocado apetito. Y no dejamos parte sin aprovechar: jamones, pezuñas, orejas, morros, lomo, rabo, tripas y costillas, carnes suculentas con las que hemos aprendido a preparar exquisitos embutidos. Por si fuera poco, le creamos mala fama a su consumo, responsabilizándolo de colesteroles malos y otras lindezas. Recuerdo un trabajo que realizaron unos avispados médicos andaluces con unas monjitas de clausura, suministrándoles durante un tiempo una dieta a base de jamón de pata negra y aceite de oliva. Los perfiles lipémicos de las religiosas mejoraron de tal forma que incluso alguna lengua biperina pretendió haber descubierto una de las supuestas fuentes de la eterna juventud.

El cocido es un plato rey de nuestra gastronomía. La bondad de su consumo, siempre con mesura, radica en la armonía entre carnes, verduras, hortalizas y legumbres. Un equipo de investigadores granadinos adscritos al CSIC (Centro Superior de Investigaciones Científicas) acaba de reportar las ventajas de la ingesta de garbanzos, habas, lentejas, guisantes o soja, alimentos ricos en las llamadas proteínas de Bowman – Birck, potentes inhibidores del desarrollo tumoral y de los procesos inflamatorios.

Existen estudios en marcha para descubrir la utilidad terapéutica de dichas proteínas en procesos neoplásicos como la leucoplasia bucal, la prevención del cáncer de colon y la inhibición de determinadas líneas celulares del cáncer de próstata, así como en enfermedades crónicas degenerativas como la artritis reumatoide o la colitis ulcerosa. Por último, el efecto radioprotector de estas sustancias y su acción contra la atrofia muscular han hecho que hasta la misma NASA les esté prestando atención para incorporarlas a la dieta de los astronautas.

Al final, hasta pudiera resultar una innovadora fuente de ingresos envasar el cocido de Lalín y de otras parroquias gallegas para enviarlo al espacio exterior como delicatessen. Vai ti a saber.



PD: por supuesto, este Dr. Bowman de las proteínas nada tiene que ver con el otro Dr. Bowman, personaje principal de la alucinante "2001, Odisea Espacial"...

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