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14 octubre 2013

BAJÓN DE AZUCAR


Sostiene Aloysius que, en mayor o menor medida, todos tenemos bajones de azúcar, días sombríos en los que nuestro ánimo se adelgaza tanto que cualquier brisa de mal viento se lo lleva volando lejos, muy lejos. En esos momentos, una cálida sonrisa, una frase amable, una canción favorita, se convierten en el azucarillo necesario para recuperar el tono afectivo. No vamos a hablar de estos dulces desplomes.

En los diabéticos, los bajones de azúcar se llaman hipoglucemias. Se trata del efecto adverso más frecuente en el tratamiento de esta enfermedad. Hasta hace relativamente poco tiempo, desconocíamos los efectos potencialmente mortales de esta adversidad. Fue cobrando fuerza una leyenda urbana que desmitificaba la importancia de las hipoglucemias, quizás porque la mayoría de estos incidentes tratados por los propios pacientes eran calificados, por ellos mismos, de importancia leve. Quizás los médicos pensábamos que sólo aquellos episodios hipoglucémicos subsidiarios de tratamiento externo para su recuperación eran los verdaderamente importantes y peligrosos para la salud. 

En el año 2007, fueron publicados los resultados de un amplio estudio llevado a cabo en el Reino Unido con pacientes afectados de diabetes tipo 2, el tipo que debuta en la edad adulta y que normalmente precisa fármacos antidiabéticos orales, pero tratados en todos aquellos casos con insulina. El U.K. Hypoglycemia Study Group demostró que la hipoglucemia grave en este tipo de pacientes era un problema habitual, y que se hacía más frecuente cuanto más tiempo llevase el paciente pinchándose con insulina. Al loro, pues, con los bajones de azúcar.

Desde los años 60, en los diabéticos tipo I, cuya enfermedad se inicia en la infancia y que precisan desde entonces del tratamiento con insulina, se planteó la posibilidad de que la hipoglucemia estuviera implicada en episodios de muerte súbita. Esta circunstancia llegó a denominarse “síndrome de muerte en la cama”. 

Un estudio de autopsias realizado en Australia en 2008, reveló que la muerte súbita inesperada era 4 veces más frecuente en diabéticos tipo I que en una población comparable de no diabéticos. A muchos de estos fallecidos la muerte les sorprendió delante de su propia cama sin deshacer.


Investigaciones más recientes han alertado que tratamientos de la diabetes tipo 2 demasiado agresivos pueden resultar contraproducentes. 

Incluso ha llegado a imputarse a la hipoglucemia una incremento en la mortalidad cardiovascular de los diabéticos tipo 2 tratados con insulina. Cada vez que se produce una hipoglucemia en un ser humano adulto, su gasto cardíaco se incrementa en gran medida, aunque sea de manera transitoria. Si el sujeto en cuestión en un paciente mayor, diabético, y con sus arterias coronarias afectadas, las consecuencias pueden ser muy peligrosas. 

Son muchos los trabajos que han reconocido en la actualidad a las hipoglucemias, los temibles bajones de azúcar, la categoría de nuevo factor de aterosclerosis y riesgo cardiovascular, obligándonos a ambos, médicos y pacientes, a prestarle mucha más atención a estos episodios para nada banales e inconsistentes.

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