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17 abril 2016

UN PUÑETAZO A LA DIABETES


Con cierta frecuencia nos encontramos en las revistas científicas anglosajonas ante titulares provocativos que tratan de llamar la atención de sus potenciales lectores. El pasado 7 de abril, coincidiendo con la celebración del Día Mundial de la Salud, el editorial de The Lancet trataba de alertarnos una vez más sobre la magnitud de una enfermedad que se está convirtiendo en uno de los problemas de salud más relevantes del presente siglo XXI. En el 2014 las estimaciones de los expertos cifraban en 422 millones el número de personas diabéticas a nivel mundial. Un dato aislado no significa gran cosa, pero que en este caso representaba un incremento de cuatro veces del total durante los últimos 35 años. Como para preocuparse mucho. 

Mientras en Europa la incidencia de diabetes se mantiene en niveles más o menos aceptables, los casos se disparan en Polinesia, Micronesia y Samoa Americana, regiones claramente asociadas a las tasas más elevadas de obesidad. Si bien es cierto que el arsenal terapéutico para tratar esta enfermedad se ha ido completando en el último lustro y las insulinas modernas son cada vez más efectivas, el arma fundamental continúa siendo la prevención. Hace unas semanas surgía una nueva controversia fomentada por la supuesta adición de azúcares a los zumos de frutas, en algunos casos equivalentes a las cantidades presentes en los denostados refrescos comerciales. Los consumidores exigen, sobre todo en el caso de los productos infantiles, conocer exactamente cuáles son sus concentraciones de edulcorantes.

En nuestro medio podemos constatar cómo se expanden los metros cuadrados destinados a artículos deportivos en las superficies comerciales, a la vez que resulta cada vez más frecuente encontrarnos con prójimos que dedican una parte de su jornada a la práctica de ejercicio físico. Los expertos sostienen que bastaría con caminar a buen ritmo entre 30 y 60 minutos diarios, adaptando esta actividad a las características particulares de cada persona. No se trata de entrenarse para participar en una competición deportiva, pues determinados esfuerzos sin control pueden causar lesiones articulares y musculares, incluso otras más graves. Recientemente los medios de comunicación se hacían eco del fallecimiento de dos participantes en una carrera pedestre de largo recorrido. 

En un país como el nuestro, donde ponemos más énfasis en lo que nos separa que en lo que nos une, deberíamos tomar ejemplo de otros. En el Reino Unido han desarrollado un programa experimental para la prevención de la diabetes, demostrando que el asesoramiento destinado a fomentar una alimentación adecuada y un ejercicio saludable conduce a la pérdida de peso y a la prevención de la diabetes. Desde el Concello de Ourense se están fomentado los paseos saludables en una campaña que anima a los vecinos a actuar para vencer la diabetes. Mientras aplaudimos estas iniciativas, deseamos fehacientemente su consolidación en el tiempo, pues en espacios saludables somos afortunados.



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