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08 febrero 2014

BATALLAS GANADAS, GUERRAS PERDIDAS


Batalla de Gaugamela (331 a.C.) 
Relieve en marfil, anónimo, siglo XVIII
Museo Arqueológico de Madrid.

Cada cierto tiempo, los medios de comunicación reclaman nuestra atención sobre repuntes en las enfermedades transmisibles. Si consideramos las enfermedades de transmisión sexual, resulta que en España los casos declarados de sífilis y gonorrea se han duplicado y triplicado respecto al año 2000. Los expertos nos alertan sobre una supuesta relajación en la prevención, quizás provocada por los avances en el tratamiento de la infección por el VIH, y que hoy en día está prácticamente considerada como otra enfermedad crónica más. Al final, todo esto se resume en una menor atención a la protección contra este tipo de patologías.

A pesar de todos los progresos en salud pública y medicina, a pesar de tantas batallas ganadas frente a los microorganismos patológicos desde el último tercio del siglo XIX, sospechamos que todavía está muy lejana la victoria definitiva en esta guerra. 

Vayamos con otro ejemplo. Siria se desangra en un terrible conflicto que parece no tener fin. Como siempre, los más vulnerables están condenados a los mayores sufrimientos. En aquellas tierras devastadas, las autoridades sanitarias han detectado un brote de poliomielitis, una enfermedad que se puede prevenir mediante  vacunación y para la cual la Organización Mundial de la Salud (OMS) emprendió en 1988 un ambicioso programa destinado a su definitiva erradicación mundial. La realidad ha sido bien distinta, pues brotes explosivos de polio también se han dado en otros países inmersos en crueles conflictos bélicos. Así, centenares de niños se han quedado paralíticos en Somalia y en la República del Congo. En Siria, mientras vuelan por los aires mortíferas bombas y barriles cargados con TNT repletos de metralla, el gobierno aprobó el registro urgente de la vacuna oral bivalente contra la polio, facilitando además su entrega a las zonas controladas por la oposición. De esta manera, todos los bandos del conflicto se comprometieron a garantizar la vacunación de los niños sirios.

Sin embargo, éste hecho tan singular contrasta con lo que ocurre con la polio dentro de nuestras seguras fronteras. Se calcula que en España existen 80000 niños menores de 5 años que no han sido vacunados contra la polio. Si fueran infectados por este virus, padecerían una grave enfermedad que hasta hace muy poco tiempo era un recuerdo malo del pasado, y que les podría causar terribles dolores, parálisis y quizás la muerte. Aunque el 95% de los niños españoles ha sido vacunado contra esta dolencia, ese 5% no inmunizado se convierte en peligrosa puerta de entrada de la enfermedad.

La prevención debería basarse en intensificar el control de la salud de aquellas personas procedentes de países donde la polio todavía es endémica (Nigeria, Pakistán y Afganistán) y de aquellos otros donde recientemente hayan sido declarados brotes (Somalia, Kenia, Etiopía, Camerún y Siria). 

Tampoco podemos olvidarnos de la influencia adversa del llamado movimiento antivacunal. En España todavía no se encuentra tan implantado como en la Unión Europea, territorio donde se estima que unos 12 millones de prójimos menores de 30 años todavía se encuentran indefensos frente a la polio.

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