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19 junio 2008

CARLOS CRISTOS



El pasado jueves, en la sesión clínica de mi centro de salud, repasábamos el Plan Gallego de Cuidados Paliativos, un intento de coordinación de la asistencia sanitaria destinada los enfermos incurables de nuestra comunidad autónoma. Hace años, junto a otras compañeras y compañeros, tuve la oportunidad de trabajar desde la Xerencia de Atención Primaria en el diseño de un plan específico similar, ciertamente más modesto. En medicina, no esfuerzos baldíos, y menos en este campo. En Ourense, gracias al afán y a la profesionalidad de los colegas que trabajan en la Unidad de Cuidados Paliativos, en Hospitalización a Domicilio (HADO), en Urgencias y en nuestro primer nivel asistencial, estos pacientes están mejor atendidos que en otras zonas de Galicia.

Pero, en determinadas ocasiones, en la vida se dan infortunadas coincidencias. Esa misma mañana de jueves recibí el último ejemplar de la revista “Cadernos de Atención Primaria”, rindiéndole un homenaje especial al médico y humanista Carlos Cristos, con motivo de su reciente fallecimiento (26 de abril de 2008). Ya he hablado de él otras veces en esta misma bitácora (MEDICOS ENFERMOS). Nació en Vigo hace 51 años, pero desarrolló la última etapa de su vida profesional en Mallorca. 7 años atrás, su mujer, la Dra. Carmen Font, se percató de que no podía entenderle bien. Eran los primeros síntomas de una rara enfermedad degenerativa y mortal, sin tratamiento todavía conocido, denominada atrofia sistémica múltiple. Su valeroso testamento vital fue filmado para la posteridad bajo el nombre de “Las alas de la vida”. Esta emotiva película, dirigida por su amigo Toni Canet, va a emplearse como herramienta educativa en todos los colegios de Francia durante el curso académico 2009 – 2010. En nuetro país, los derechos para la explotación didáctica de “Las alas de la vida” han sido adquiridos por el Ministerio de Sanidad.

Sostiene el contestatario Aloysius que la demoledora experiencia de Carlos Cristos es la cara de una hipotética moneda en cuya cruz podríamos situar otra película, la sobrevalorada “Mar Adentro”, de Alejandro Amenábar. Carlos abogó por la dignidad de su vida como enfermo terminal, dejando muy claro que és lo que para el pedía (cuidados paliativos) en la etapa final de sus días. Y todo ello, plenamente consciente del pronóstico de su enfermedad y de las terribles limitaciones que habría de sufrir hasta su deceso. En sus propias palabras, “permitir que la naturaleza siga su curso…, bailar mientras siga habiendo música…, y todo ello, si es posible, con una sonrisa”:
(http://medicinaycine.blogspot.com/2008/04/las-alas-de-la-vida.html).



Carlos Cristos, compañero, sirvan estas letras como humilde consideración a la figura de un médico excepcional.

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