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11 junio 2008

POTENKA



Sostiene el fidedigno Aloysius que en la sociedad nuestra de la superficialidad y de la apariencia pudiera resultar disculpable el auge de la impostura: ropa, relojes, perfumes… hasta cajetillas de tabaco. Y, por supuesto, también fármacos. Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), los medicamentos falsificados mueven los beneficios del 10% del mercado farmacéutico mundial. Un pellizco nada desdeñable. Y aquí, como en botica, podemos encontrarnos de todo: desde la adulteración del propio principio activo hasta la imitación del envase (y en demasiadas ocasiones, ambos fraudes a la vez). Tiempo atrás, con ingenio comentaba Moncho Conde Corbal en el diario La Región una simpática anécdota que yo mismo le había proporcionado, respecto a un incierto medicamento llamado “Potenka” ®. Conservo en mi poder un blister con dos comprimidos de 50 mg de la susodicha marca; su principio activo es el citrato de sildenafil. Son redondos, no romboidales, y poseen un atractivo color azul turquesa. Constituyen una imitación de una de las presentaciones más populares del fármaco “Viagra” ®, destinado al tratamiento de la disfunción eréctil masculina, trastorno cada vez más frecuente, y también al de la hipertensión pulmonar, una patología menos prevalente, donde se emplea como uso compasivo.

Si uno dispone de tiempo, navegando por Internet descubre cientos de páginas web en las que son ofertados todo tipo de sustancias y medicamentos. Retomando la información de la OMS, las medicinas más plagiadas son las más novedosas, las más caras y las asociadas al estilo de vida occidental (hormonas, esteroides anabolizantes, fármacos contra la obesidad, etc). En los países más deprimidos económicamente, los que se llevan el gato al agua son los antibióticos, especialmente los útiles más para el tratamiento de la tuberculosis, los antipalúdicos, destinados al tratamiento de la malaria, y los antirretrovirales específicos para combatir la infección por el VIH/SIDA.

Los medicamentos genéricos tampoco se han librado del remedo. Otro cantar suponen los genéricos que no presentan estudios de bioequivalencia, es decir, que no han demostrado tener las mismas propiedades farmacológicas que la molécula original. En la práctica diaria, pudiera ser que la prescripción y la administración de fármacos sin esta equivalencia no consiga ni los efectos terapéuticos deseados ni contribuyan a una calidad asistencial eficiente. Ollo ó piollo, pues pululan por este planeta demasiadas falsificaciones y copias aproximadas.


A principios de este mismo mes de junio, un grupo de expertos se reunió en Madrid bajo los auspicios de la compañía farmacéutica Pfizer, en colaboración con la Oficina del Defensor del Paciente de la Comunidad de Madrid. Trataron cuestiones de interés relevante para los médicos y los pacientes, especialmente aquellas relacionadas con la seguridad de los enfermos. En aquel foro se alertó sobre la proliferación de medicinas falsas que circulan y se venden libremente en Internet, sin los necesarios controles de seguridad, eficacia y calidad en su producción.

De manera singular y sorprendente, he encontrado información sobre “Potenka” visitando la página web de la Secretaría de Estado de Salud Pública y Asistencia Social de la República Dominicana. Se trata de una escueta ficha con los datos generales del producto: nombre, licencia (2004 – 1067), fabricante y distribuidor (PEGMA Internacional), concentración (50 mg), forma (tableta) y fecha (¿2 de junio de 2009?).




Respecto al fabricante, no he encontrado información alguna en la red...


Y es que debemos ser cautos y no olvidarnos de aquel sabio refrán que decía: "San Cercano no hace milagros; San Lejares, por decenas y centenares".

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