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13 enero 2007

LA LOURDITAS



Rafael Pérez Estrada. Poeta.

“El filósofo renacentista Alberto de Sicilia, en su tratado sobre las Insistencias Naturales, declaró que la substancia de los besos era análoga al polen de algunas mariposas”.
Un caballero pulcro, entre 70 y 75 años, vestido con una americana de pana planchada, aguarda su turno delante de mi puesto de atención al público. Como tejido para vestir, la pana está ahora mucho más socializada. Las chaquetas y los pantalones de pana gruesa, sobados y arrugados, antaño representaron la indumentaria de los campesinos. Más tarde, ciertos jóvenes progresistas sazonados con esmero en las cocinas del Mayo del 68, hicieron de la pana su marca de identidad. Pensaban que conjugaba los antagónicos polos popular e intelectual de su proyecto político. A día de hoy, cualquiera se viste con un traje de pana. Y si el terno está impecablemente planchado, nos transforma en individuos pulcramente homogéneos.
- Buenos días, vengo por lo de La Lourditas - me espetó.
No me atreví a preguntarle quién era La Lourditas. El caballero daba por supuesto que yo debería conocerla. Mientras miraba despistadamente a su alrededor, deslizó sobre mi mesa un formulario estándar, de esos que se cubren para solicitar una ayuda social del Ministerio.
- La Lourditas me dijo que era usted muy amable - y siguió pajareando con su mirada extraviada.
¿Me confundiría con otro compañero de una ventanilla diferente? Tecleé la clave numérica de la documentación y la pantalla del ordenador permaneció oscura durante unos instantes. ¿Quién era La Lourditas?; supongo que su esposa. ¿Cómo sería, rubia o morena, delgada como un junco o más bien rellenita y con un hablar sofocado? ¿Qué tal cocinaría La Lourditas? Seguro que prepara unos guisos caseros cojonudos. El caballero tiene buen aspecto, está limpio y aseado. Seguro que tiene detrás a una mujer juiciosa.
La impresora siseante depositó un folio sobre la bandeja. Se lo entregué a mi despistado usuario.
- ¿Todo correcto? - preguntó desganado.
- Todo correcto. Dele saludos a La Lourditas, de mi parte.
- Serán dados. Buenos días - giró sobre sus talones y silencioso fue a perderse por la puerta de salida a la calle. Posé un beso sobre la palma de mi mano y lo soplé al aire.

1 comentario:

Anónimo dijo...

[ SOÑÉ CONTIGO ESTA NOCHE ]

Soñé contigo esta noche:
Te desfallecías de mil maneras
Y murmurabas tantas cosas...
Y yo, así como se saborea una fruta
Te besaba con toda la boca
Un poco por todas partes, monte,
valle, llanura.
Era de una elasticidad,
De un resorte verdaderamente admirable:
Dios... ¡Qué aliento y qué cintura!
Y tú, querida, por tu parte,
Qué cintura, qué aliento y
Qué elasticidad de gacela...
Al despertar fue, en tus brazos,
Pero más aguda y más perfecta,
¡Exactamente la misma fiesta!

(Paul Verlaine)